viernes, 27 de agosto de 2010

Comunicado de CADIME

CADIME. Pymes de la Salud estarían al borde del colapso.
EL ESFUERZO DE TRES GENERACIONES DE PROFESIONALES DE LA SALUD TRANSFORMADOS EN EMPRESARIOS PYMES,
¿AL BORDE DEL COLAPSO?

Como es de conocimiento, las actividades de nuestro sector de diagnóstico médico se están desarrollando en medio de una difícil puja con el gremio de la Sanidad, el cual demanda un determinado incremento de salarios que para las empresas les resulta difícil de cumplir de no mediar la seguridad de un aumento de aranceles que lo compense adecuadamente.

Dentro de este escenario están emergiendo curiosamente algunos hechos, que no son nuevos por otra parte, pero que nos obligan a volver sobre algunas reflexiones que en otras ocasiones consideramos oportuno compartir con Usted.

La defensa irrestricta del sector financiador de sus intereses, se traduce en los hechos en el mantenimiento –hoy inadmisible- de un marco desregulatorio para el quehacer de la salud y sin la aplicación de aranceles éticos, mínimos y obligatorios, que es nuestro firme reclamo. Toda esta situación le permite a dicho sector continuar con el de alta concentración financiera y prestacional en detrimento de la propia existencia de las cientos de pymes prestadoras de los segmentos del diagnóstico médico y tratamiento ambulatorio.

Este proceso de concentración lamentablemente también ha alcanzado al sector de las obras sociales sindicales, sin dejar de valorizar por ello la importancia de estas como columna del sistema solidario de la seguridad social.

En este escenario volvemos a ver cómo nuevamente las prepagas resuelven el aumento de las cuotas a sus beneficiarios, que luego de manera mínima se trasladan a los aranceles, mientras por el lado de los prestadores se intenta sin fortuna, a distintos niveles, alguna reivindicación arancelaria, dentro de un contexto en que aparece en ciernes la conformación de una nueva entidad integrada por representantes de empresas prepagas y empresas prestadoras. O lo que vendría a ser una paradójica combinación de intereses opuestos como son en definitiva los de los prestadores y los financiadores que compran sus servicios.

Esta asociación podría transformarse en el instrumento de una clara estrategia del sector financiador para absorber al sector prestador bajo la máscara de una mejor defensa del interés en común.

Desde CA.DI.ME. siempre hemos reiterado la importancia de que la empresa prestadora esté asociada a la entidad que le corresponda por la actividad que desarrolla de manera específica.

Por esta razón fundamental es que a fines de la década del 70 surgió CA.DI.ME. El desarrollo alcanzado por nuestro sector en ese entonces determinó que sus prestadores se agremiaran en una entidad específica, diferenciada de los prestadores de la atención médica con internación, para que los representara y defendiera con absoluta autenticidad.

La conformación de una entidad de prestadores correspondió incluso con la necesidad de distinguir y concientizar al profesional o profesionales que emergían como empresa pyme de la salud, de la organización eminentemente profesional destinada a los objetivos científico-técnicos de la especialidad y de la defensa de la matrícula.

Todas estas motivaciones objetivas no han variado hasta hoy. La naturaleza de los intereses y problemas de la internación o “de la cama”, por ejemplo, son totalmente distintos a los del diagnóstico médico y tratamiento ambulatorio; como de la misma manera también lo son con respecto a los financiadores.

Por ello sorprende que en una entidad confluyan organizaciones prestadoras con las del financiamiento, por más que estas últimas sean propietarias de unidades de internación y de diagnóstico médico y tratamiento ambulatorio. Particularidades éstas que explican el creciente fenómeno de concentración financiera y prestacional que viene dominando al sector de la salud.

No nos cansamos de enfatizar que la lógica de la agremiación de cada sector es ajustarse a lineamientos específicos, esto es teniendo en cuenta la naturaleza y características propias de la actividad que desarrollan sus componentes.

Su lógica indica, entonces, que no deben existir organizaciones que intenten asumir la representación de actividades o sectores que le son ajenos.

Nuestro subsector, el que referencia CA.DI.ME a lo largo y ancho del país,está constituido por mas de 10.000 pymes prestadoras de diagnóstico médico y tratamiento ambulatorio, como tal hacemos irrestricta defensa de sus intereses con indiscutible legitimidad.

La fortaleza y autenticidad de nuestro reclamo, parte entonces del hecho de mantenernos como expresión fiel del sector prestador, sin mixturas de ninguna especie.

Esto nos permite denunciar con énfasis y sin atenuantes no sólo las causas que han generado la crisis en nuestro sector, sino también prever la situación en ciernes, para nada alentadora a no ser que se logren cambios sustanciales en el estado actual de desregulación y pauperización arancelaria.

La concentración financiera y prestacional que hoy revela la salud, implica comprender no sólo que el mantenimiento de aranceles depreciados es funcional al hecho concentrador, sino también que la regulación de aranceles mínimos éticos obligatorios es el único instrumento que impedirá continuar con su feroz avance.

Recordemos que para los grandes actores de la medicina prepaga, los mecanismos desregulatorios que aún sobreviven curiosamente dentro de un contexto económico contrario al que los impuso, no sólo son condiciones fundamentales para acrecentar su poder de concentración financiera, sino también para: 1) transferir hacia ellos importantes recursos de la seguridad social; 2) crear una relación oligopsónica con los prestadores, por la cual fijan el valor de los aranceles y 3) incursionar en el mercado de trabajo de estos últimos financiando la incorporación de servicios propios de atención médica con fondos de la seguridad social, transformándose así en entidades financiadoras y prestadoras a la vez. Por este doble rol pueden actuar con mecanismos de deslealtad a la competencia, concentrando la demanda en sus establecimientos propios.

Todo ello ayuda a tener la suficiente claridad para que las empresas prestadoras no terminen sumándose -en busca de posibles soluciones- al accionar gremial de entidades que no responden a sus intereses específicos y que tradicionalmente actúan desde posiciones diametralmente diferentes a las del quehacer prestacional.

Para entender más esta problemática de la concentración posibilitada por la inexistencia de marcos regulatorios, sólo basta repasar las consecuencias que la misma produjo con el tiempo. Estas fundamentalmente son: expulsión de la actividad de cientos de prestadores pequeños y medianos, y de los que aún nos mantenemos en pie pero vacilantes: desfinanciados, sin rentabilidad, con capacidad ociosa y con ingresos insuficientes.

Y para constatar el final que puede esperarnos pero el que procuramos evitar con nuestra lucha y hasta las últimas instancias, valga echar una rápida mirada sobre cómo muchas actividades quedaron estructuradas por resultado de la fuerte concentración productiva y de centralización de capitales existentes a manos de grupos extranjeros, gestadas principalmente durante los años noventa.

Al igual que en el sector salud, la desactivación de mecanismos regulatorios y la apertura económica, produjo la sideral y sistemática oligopolización de casi todas las actividades empresarias: desde las primarias hasta las exportadoras, pasando por las industriales, las comerciales y la de los servicios. Este proceso pudo darse más fácil en “mercados imperfectos” –como el nuestro- en los cuales era absolutamente imperativo mantener resguardadas con instrumentos específicos la operatividad y competitividad de los actores pequeños y medianos frente a los grandes.

En síntesis, somos empresas prestadoras del nivel pequeño y mediano que se debaten en un mercado desregulado y monopolizado por los actores del financiamiento y la concentración; quienes además de poner en peligro nuestra continuidad también cercenan la posibilidad de los jóvenes profesionales en constituirse en una nueva pyme del sector y a los que sólo les espera su proletarización.

¿Cuál seria una alternativa para ir enfrentando esta situación hasta lograr la regulación del sector?. Sin ninguna duda la asociatividad y sus diferentes modalidades es uno de los caminos posibles.

La mayoría de los prestadores de diagnóstico medico son del nivel pequeño y mediano, por lo cual el desempeño individual de los mismos resulta muchas veces dificultoso cuando no estéril, frente a las dificultades que deben enfrentar en su desenvolvimiento empresario.

La unión de las empresas prestadoras es una de las salidas que se presentan para tratar de equilibrar la disparidad de fuerzas que se establece en el escenario de la salud. Pero no una unión como simple expresión de un conjunto de empresas agrupadas circunstancialmente, sino una unión “cooperativa”, establecida por una relación institucional en permanente solidaridad con sus intereses.

Es importante remarcar que muchos de los prestadores de nuestro sector no han advertido las posibilidades que ofrece esta unidad que da fortaleza, quedando a merced de las arbitrarias decisiones y condicionamientos por parte de quienes los contratan.

Las soluciones podrán venir, entonces, a través de una concepción que comprenda colectivamente el problema.

En definitiva y por ultimo, debemos estar alerta, no confundirnos y consolidar el accionar en conjunto de nuestro subsector, pues ello será siempre nuestra arma de lucha más efectiva.

CADIME

La Comision Directiva

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